Barranquilla, Colombia, 1 ago (PL) No creo que a la altura de hoy un solo aficionado o analista deportivo dude de la inminente victoria de la delegación de México en los XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe que acoge esta bella y calurosa urbe.
Cuando faltan menos de tres jornadas de competencias -una de ellas la de clausura, con apenas tres títulos en disputa- la representación del gigante centroamericano acumula un botín que parece sacado del más pícaro y experimentado de los barcos piratas de la literatura de aventuras.
La delegación mexicana exhibe en el albor de agosto una alforja que supera ya los 115 cofres dorados, algo impensable para muchos, sobre todo con Cuba presente y Colombia de anfitriona.
Mas los de la tierra del tequila y los tacos, además de la excelente preparación con la que llegaron a la capital del Atlántico colombiano, supieron aprovechar con creces las migajas que fueron dejando sus dos principales rivales en la lucha por la supremacía en el medallero.
Para varios expertos, México venía a Barranquilla como el tercer acompañante de lo que apuntaba a ser un vals para dos, o mejor, una reñido duelo de salsa caribeña entre antillanos y cafeteros.
Pero de eso nada, el mariachi sonó bien fuerte en La Arenosa y las coronas con retazos verdes, blancos y rojos inundaron la mayoría de las lujosas instalaciones deportivas construidas para la ocasión. Su reinado asciende a casi 50 cetros de ventaja.
La cosecha mexicana recuerda a aquellas chinampas que diversificaron los aztecas originales por toda la antigua Tenochtitlan. Salvo en tres días, constituyeron la nación que más preseas áureas se colgó en cada jornada.
Fueron pocas las disciplinas donde no se entonó el himno nacional de México, una buena parte de ellas sin protagonismo hace cuatro años cuando organizaron la cita en Veracruz.
Ahí están los ejemplos del ciclismo, el tiro deportivo o la natación. Incluso el remo, un deporte dominando históricamente por Cuba, fue a parar a las arcas mexicanas.
A la edición 23 de estas lides atléticas le queda bien poco y el ritmo de las rancheras no decrece. Los pronósticos iniciales les daban una cifra alrededor del centenar de títulos y todo parece indicar que sobrepasarán los 130 cómodamente.
Ni siquiera en Mayagüez-2010, cuando México se impuso sin la participación cubana, lograron superar esa cantidad de escaladas al trono y solo llegaron a 127.
Este hecho marca un antes y un después para los juegos regionales más antiguos del planeta, pues la última vez que una victoria mexicana se dio con la presencia de la Antilla mayor fue en San Juan-1966 y en aquel épico certamen la diferencia fue de solo tres títulos (38 México, 35 Cuba).
Por eso lo que sucede aquí posee una magnitud histórica. Parafraseando a cierto fanático del cine de ciencia ficción, Barranquilla presenció una perturbación en la fuerza del deporte centrocaribeño.